viernes, noviembre 28, 2008

Estas calles ya no nos asientan. Los recuerdos son vagos, mas vienen y van fotográficamente por las esquinas, como esquirlas que arremeten según venga el día, o, la noche. Recuerdos que como nada van quedando bajo la piel y se enredan en la memoria como para nunca calmar, tejiendo una historia desenlazada.

Las mismas calles atribúyenle mareo a la reminiscencia. Pasos nauseabundos, caminatas nostálgicas envolventes de imágenes entrecortadas, la bruma, el silencio entre el tumulto, las horas…y los años. Y todo se viene encima vertiginosamente como un abismante derrumbamiento de palabras y sucesos tan guardados, la ilusión tan perfectamente alimentada entre la vaporosa realidad, y nuevamente los silencios, tan bien enclavados, esperando por un nuevo atisbo que le atribuyese más efusión a la odisea… así, como si después de todo no fuese capaz de ajar más al porvenir.

Quiero poder evitar el rumbo para no tener que recurrir siempre a esa que luz que dejé en tu calle en cimientos. Desconozco las formas que la rodean y no pretendo buscarlas. Ese cuño que ya llevo en los hombros algún día encontrará su equilibrio entre la gravedad y mi masa, y hasta entonces será mi cruz, pero cuando se transforme entre mi piel ya no será cataclismo, no habrá rincón en calle alguna que te traiga a mi pues obviado será que aun existes muy dentro de mi congoja, no habrá relación entre tu aire y remembranza, te habrás desvanecido entre mi sangre.